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LOS 4 PRINCIPIOS DEL ENTRENAMIENTO:
Aplícalos bien y mejora

Los principios del entrenamiento no deben verse de forma aislada. Cada uno de ellos depende del conocimiento obtenido del anterior. Por tanto, la mejor manera de aplicarlos es en un orden jerárquico.

 

1. El principio de ESPECIFICIDAD

Este principio dice que las adaptaciones del cuerpo son específicas para adaptarse a las demandas a las que le sometemos. Esta especificidad puede centrarse en: grupos musculares, sistemas de energía, velocidad de movimiento, patrones de movimiento, tipos de acción muscular.

2. Principio de INDIVIDUALIDAD

Este principio establece que los ejercicios y métodos deben adaptarse a las capacidades y entorno de cada persona. Debemos ajustar el entreno a cada persona dependiendo de: su anatomía y biomecánica, lesiones o desgaste de tejidos, edad y/o capacidad de adaptación, disponibilidad de espacio, tiempo y material para entrenar…

3. Principio de SOBRECARGA PROGRESIVA y DESCANSO

Este principio implica aumentar gradualmente la dificultad del entreno mediante: ajustes de la intensidad, ajustes del volumen , frecuencia (veces que entrenamos), complejidad de ejercicios…

No obstante, la progresión debe basarse en la capacidad y velocidad de adaptación de cada persona y no en un calendario fijo. Por esto es importante tener en cuenta primero los principios de especificidad y de individualidad. 

4. Principio de VARIACIÓN

El principio de variación, en algunos casos ayuda a evitar que el cuerpo se estanque y deje de adaptarse al entrenamiento. Aunque la sobrecarga progresiva impulsa el progreso, llega un punto en el que cambiar, modificar o añadir ejercicios puede ser beneficioso para seguir mejorando. Es muy importante saber cuándo es el momento de realizar cambios en el programa de entrenamiento, puesto que abusar de la variación suele ser el principal error que estanca el progreso.


Vamos a explicarlo con un EJEMPLO MUY SIMPLE: imagina que tenemos a una persona sana y a otra con diabetes tipo 2.

El principio de especificidad (el primero) nos dice que cada tipo de ejercicio produce mejoras concretas. Es decir, el entrenamiento de fuerza mejora unas cosas, y el trabajo cardiovascular mejora otras. Esto aplica tanto a la persona sana como a la que tiene diabetes.

El principio de individualidad (el segundo) nos recuerda que no todos somos iguales. Así que el ejercicio debe adaptarse a cada persona: sus capacidades, su salud, su nivel físico… Aunque ambos deben progresar, ese progreso (tercer principio) será distinto para cada uno, porque lo primero es respetar sus diferencias (el principio de individualidad va antes).

Ahora bien, por mucho que individualicemos, si elegimos mal el tipo de ejercicio (es decir, si no aplicamos bien el primer principio de especificidad), no vamos a conseguir las mejoras que buscamos.

Y para terminar, cuando alguien se estanca, puede ser útil introducir variaciones en el entrenamiento (cuarto principio). Pero si cambiamos demasiado pronto, antes de haber progresado lo máximo que podamos en lo básico, estamos frenando los resultados. A veces no es falta de esfuerzo, sino de conocimiento de los principios del entrenamiento.

Es más simple de lo que parece. Sólo hay que entender bien estos pilares.


Aplicar correctamente estos principios es esencial para diseñar programas de entrenamiento efectivos. ¡Empieza a entrenar de forma inteligente!